sábado, 6 de octubre de 2012

MADERAS DE CALIDAD Y FORRAJE PARA ENGORDE

Una simbiosis perfecta entre árboles y pasturas

 

Un modelo inteligente que busca maximizar los rendimientos de las producciones animal, forestal y de pastizales. Optimismo en la región a partir de buenos resultados obtenidos.

En los últimos años el desplazamiento de la ganadería de la región pampeana y la caída del stock ganadero nacional han estimulado el crecimiento de la actividad en áreas que antes eran consideradas marginales, entre las cuales se encuentran las zonas de regadío de la Patagonia.
En el caso de las plantaciones de álamo bajo riego, esta situación posibilita la aplicación de sistemas silvopastoriles (SSP) como una interesante alternativa de manejo simultáneo de árboles, plantas forrajeras y animales en la misma superficie. Las tres actividades deben desarrollarse armónicamente para que puedan convivir en la misma unidad de producción, la hectárea.
Como se ha mencionado en ediciones anteriores, estos sistemas permiten resolver una de las principales limitantes de la expansión del área forestada, constituida por el largo período sin ingresos, optimizando la utilización de los recursos involucrados y los resultados económicos obtenidos.
En este sentido, para el Ing. Santiago Lacorte, experto en SSP de la EEA INTA Montecarlo, Misiones, "la ganadería es la caja chica y la forestación la caja de ahorro".


Antecedentes
 
En la Argentina las principales experiencias de sistemas silvopastoriles están localizadas en la Mesopotamia. En la Patagonia los mayores desarrollos son del INTA, con pastoreo debajo de bosques nativos en la cordillera.

Lamentablemente, es escasa la información registrada en la zona de los valles irrigados de las cuencas de los ríos Negro y Colorado de las provincias de Río Negro, Neuquén y La Pampa. Sin embargo, hay algunos trabajos que resultan muy valiosos.
Uno de ellos lo constituye el realizado por el Ing. Nolting, de INTA Alto Valle, en la década del 80, cuando desarrolló SSP en dos tipos de suelo (barda y media barda) del Alto Valle de Río Negro con la variedad de álamo Populus x canadensis "Conti 12".
La experiencia permitió comprobar al decimotercer año de evaluación un crecimiento significativamente superior en los árboles del sistema silvopastoril en comparación con los de parcelas sin cultivo intercalar.
Los mejores resultados se obtuvieron en las plantaciones sobre barda y con alfalfa, donde el DAP fue de 37,4 centímetros y el volumen total alcanzó los 361 metros cúbicos por hectárea. (Ver infografía)
En cuanto al rendimiento forrajero, la producción fue disminuyendo con el paso del tiempo como consecuencia del aumento de la sombra. Por ejemplo, la producción media de alfalfa varió desde 10.847 kilos anuales de materia seca por hectárea en el tercer año de implantación a 969 en el sexto. En tanto, la pastura de festuca alta fluctuó desde 11.079 kilos MS/ha/año a 1.591.
Cabe mencionar que en este estudio se emplearon plantas de raíz de dos años y fuste de un año de una longitud mínima de 3,5 metros. La plantación se hizo a un espaciamiento entre árboles de seis por seis metros (una densidad de 278 plantas por hectárea), con podas hasta los 9,6 metros de altura.
Posteriormente, durante los años 90, el que suscribe llevó a cabo una experiencia similar con pasturas polifíticas (mezcla de varias especies forrajeras) en el Valle Medio de Río Negro.
Las pasturas fueron aprovechadas a partir del segundo año desde la implantación mediante pastoreo rotativo directo de terneros de destete recibidos bajo la modalidad de capitalización, un sistema de uso frecuente en la zona. Los terneros ingresados fueron cien, estuvieron desde mayo hasta septiembre y engordaron en promedio 0,8 kilo por día. Como renta de la pastura se recibió el 50% de la ganancia de peso, con el costo del cuidado de los animales compartido.
La forestación en cuestión es de álamos I-214 y Conti 12 de igual densidad en una superficie de 74 hectáreas, donde se utilizaron distintas consociaciones en función de los tipos de suelo. (Ver infografía)
Las consociaciones 1, 2 y 3 son recomendadas para los mejores suelos, con texturas arenosas y/o franco-arenosas, en tanto que la número 4 es aplicable a suelos con texturas más pesadas tipo franco-arcillosas. Por este motivo es que en la experiencia mencionada solamente el 5% de los suelos fue sembrado con la última consociación, mientras que el 75% fue plantado con las consociaciones 1 y 3 y en el restante 20% de la superficie se sembró teniendo en cuenta la consociación 2.
Los mejores comportamientos de las pasturas en cuanto a rendimiento de producción y permanencia debajo del dosel de los árboles se lograron con las consociaciones a base de festuca y, a pesar de que actualmente esta forestación tiene 22 años, la forrajera aún persiste.


Nuevos estudios

Algunos de los datos más recientes provienen de un emprendimiento privado en Añelo, provincia del Neuquén, donde se está desarrollando un SSP bajo riego en una superficie total de cien hectáreas. El mismo cuenta con el asesoramiento conjunto de quien suscribe y del Ing. Agr. Juan C. Bravi.
Los álamos fueron plantados con un espaciamiento de seis metros entre filas y tres metros entre plantas (555 pl/ha), a ocho metros entre filas y tres metros entre plantas (416 pl/ha). Para el espacio interfilar se decidió sembrar alfalfa para producción de rollos y fardos.
Como puede observarse en la infografía de la página 3, en la temporada 2009-2010 se obtuvieron 18.962 fardos por corte, mientras que en la siguiente temporada se produjeron 15.360.
Este forraje, sumado a la alfalfa y el maíz comprados a terceros, posibilitó el engorde a corral de 1.341 cabezas, de las cuales el 70% eran destete y 30% recría. Esta hacienda ingresó con un peso promedio individual de 171 kilos y egresó con 322 kilos en un período total de 133 días con una ganancia de peso de 1,2 kilos diario por animal. Se obtuvo así una rentabilidad neta del 24,5%.
Otro trabajo actual es el que está llevando adelante un equipo del INTA Alto Valle integrado por los ingenieros Esteban Thomas, Hernán Cancio y Andrea Rodríguez, quienes están estudiando las interacciones entre los componentes arbóreo y herbáceo de los sistemas silvopastoriles en áreas bajo riego. Estos conocimientos permitirán optimizar el uso del insumo crítico en estos sistemas que es la luz, a través del manejo de la densidad de plantación (distancia entre filas y plantas), podas y raleos, variedades de álamo y composición de las pasturas empleadas.
En el 2011 en una forestación en la localidad rionegrina de Chimpay se ensayó la implantación y producción de verdeos invernales en los interfilares. La plantación en cuestión es de álamo híbrido (Populus x canadensis) raleada a los 14 años (densidad inicial de 278 plantas por hectárea –6 x 6 metros–, se ralearon 140 plantas por hectárea –6 x 12 metros–). La siembra se realizó con las siguientes dos consociaciones, en las que se usaron 80 kg/ha de cereales de invierno y 20 kg/ha de vicia en una superficie de seis hectáreas:
• Triticale 80 kg/ha + vicia 20 kg/ha con un rendimiento de 1.968 kilos de materia seca por hectárea y
• avena 40 kg/ha + cebada 40 kg/ha + vicia 20 kg/ha, con un rendimiento de 2.445 kilos de materia seca por hectárea
La producción de vicia representó el 69,2 y el 65,2% de la materia seca total respectivamente. Este predominio de la leguminosa se puede deber a su mayor tolerancia a la sombra respecto a los cereales. Se midió la llegada de luz al suelo y se obtuvieron valores del 57,2% de la radiación total con hojas y del 75,4% en invierno, sin hojas.
Estos primeros resultados permiten ser optimistas respecto de la difusión e implementación de estos modelos productivos en las áreas bajo riego de la Patagonia.

(*) Ingeniero agrónomo

Norberto Serventi (*) norserventi@speedy.com.ar
 
Fuente: Río Negro