Es posible mejorar la integración
vertical de la cadena promoviendo una mayor transformación local para sumar
valor agregado al cultivo de salicáceas.
No es una novedad que la cuenca de los distintos ríos de la Patagonia
presentan un alto potencial para el desarrollo de bosques maderables.
Además de las
cortinas de álamos ampliamente utilizadas para la protección de cultivos, en
nuestra región es común ver también plantaciones de macizos o emprendimientos
silvo-pastoriles donde los rollizos obtenidos tienen como destino final alguno
de los eslabones de la foresto-industria.
En la entrega
anterior se destacaron las recomendaciones del investigador Patrick Mertens
sobre la elección de las especies y sistemas de repoblación con álamo en la
cuenca del río Negro. Una de las cuestiones señaladas es la posibilidad de
aprovechamiento de las freáticas a través de la plantación de álamos y sauces
en las márgenes y llanuras aluviales mediante la técnica de plantación a raíz
profunda sin riego. Este tema cobra una importancia significativa cuando se
piensa en la cadena foresto-industrial como una alternativa de diversificación
de la matriz productiva de las provincias de Neuquén y Río Negro.
Tal vez el factor
que más alimenta las expectativas sobre el crecimiento futuro de este sector es
la gran cantidad de tierras aptas para forestación aún sin explotar.
De acuerdo con el
especialista en forestación Ing. Norberto Serventi, el "potencial forestal
de la cuenca de los ríos Negro y Colorado implantable con esta técnica sin
riego sería de por lo menos 50.000 hectáreas, las cuales a la fecha no están
desarrolladas". "En el delta del Paraná, que es la región donde
existen las mayores plantaciones de salicáceas en el país, hay unas 80.000
hectáreas forestadas", agregó el ingeniero.
En su trabajo
"Ordenación territorial y desarrollo de los cultivos de álamos y sauces,
nuevas potencialidades del cultivo de álamos en la Patagonia" Mertens
plantea una serie de supuestos en los cuales se basa para realizar una
estimación de cuánta madera habría disponible para la foresto-industria en la
cuenca del río Negro (llanura aluvial y márgenes).
Según Mertens, por
cada kilómetro longitudinal dentro del río existen unas 100 hectáreas de
llanura aluvial y 100 hectáreas de márgenes. Si se forestaran 100 kilómetros
lineares del río Negro en su tramo medio, representaría una superficie total de
entre 8 y 10.000 hectáreas para alcanzar tanto los objetivos productivos como
de medioambiente. Suponiendo un turno promedio de corte de 20 años, estima la
producción de 40.000 m3 destinados a madera para chapeado y 20.000 m3
a madera de paletizado y cajonería y otros usos.
Para llegar a estos
números el investigador asume un turno promedio de 20 años, con una producción
mínima de cinco m3 por hectárea y por año en la llanura aluvial y de
tres m3 por hectárea y por año y un turno de 30 años en la zona de
márgenes.
Cabe destacar que
la implantación masiva de forestaciones resulta un elemento clave en cualquier
estrategia que tenga como objetivo impulsar el crecimiento de la actividad
incorporando valor a su producción primaria.
Aunque tampoco se
trata de salir a plantar cientos de hectáreas con cualquier especie. En este
sentido, Mertens señala que para el establecimiento de una empresa de
explotación y transformación maderable debe realizarse una evaluación del tipo
de productos que las futuras plantaciones son capaces de generar. En relación
con las manufacturas de madera potencialmente convenientes para la región, el
investigador propone el chapeado, la madera estructural y envases y embalajes
(cajones y pallets). Esos tres tipos de aprovechamiento permitirían maximizar
el retorno económico de las diferentes especies y sistemas de repoblación.
La madera para el
debobinado se cosecharía en la zona de llanura aluvial y en las áreas de entrada
de agua en las represas. En la zona de márgenes se podrían plantar híbridos
para aserrar.
Fuente: SUPLEMENTO RURAL DIARIO RIO NEGRO 20:13
28/12/2012