FORESTACIÓN: NUEVAS VARIEDADES PARA AMPLIAR LA
PRODUCCIÓN
Cuando se piensa en un desarrollo
económico sostenible en el largo plazo no se puede dejar de mencionar la
necesidad de evitar una primarización de la economía, es decir, no concentrarse
en la explotación de recursos naturales sin valor agregado. En el sector
forestal, el camino a seguir podría ser el aumento de la superficie implantada
para alcanzar una masa crítica y la generación de industrias regionales con un
alto grado de transformación local.
En esta entrega el énfasis está
puesto en el primer aspecto: elección de los árboles más adecuados a las
condiciones de la cuenca del Río Negro.
Durante las Jornadas Salicáceas
que se realizaron en Neuquén en el 2011 el renombrado investigador belga Dr. Patrick
Mertens presentó un trabajo en el cual profundiza en este tema y reflexiona
sobre dos cuestiones principales: la selección de especies e híbridos que se
pueden adaptar a las condiciones de suelo y clima de la zona y las metodologías
de plantación y su posibilidad de adaptación al medio socioeconómico de la
Patagonia.
De un análisis rápido realizado
por Mertens surge que en la cuenca del río Negro (llanura aluvial y márgenes)
se podrían producir 40.000 mv destinados a madera para chapeado y 20.000 mv a
madera de paletizado y cajonería por año , adicionales a los 150-200.000 mv
producidos actualmente en cortinas y macizos.
En el trabajo "Ordenación
territorial y desarrollo de los cultivos de álamos y sauces, nuevas
potencialidades del cultivo de álamos en la Patagonia", presentado en las
mencionadas jornadas, el autor enmarca la discusión en la necesidad de
desarrollar un bosque multifuncional. La populicultura (cultivo de álamos)
satisface algunos aspectos de dicha demanda al lograr una cubierta vegetal que
contribuye a disminuir los excesos climatológicos, la existencia de una red
radicular de los árboles y de la vegetación asociada que disminuye los procesos
erosivos y la producción de un recurso natural renovable. Sin embargo, el logro
de esas funciones requiere una adaptación de los materiales de plantación para
cada sistema y sus condiciones de manejo según la realidad del terreno.
Alternativas
En lo que respecta a la elección
del tipo de álamo, Mertens brinda un detalle de especies e híbridos
seleccionados según su presencia en las clases climáticas equivalentes a las de
la Patagonia que corresponden a regiones templadas frías "desértico"
y "semiárido". Con este dato identificó zonas en Asia y en la
confluencia euroasiática que presentan estos mismos rasgos climáticos. Mediante
fotos satelitales se observó que dichas áreas poseen una orografía de valles y
llanuras áridas donde sólo los alrededores de los ríos significativos de los
sistemas hídricos tienen cobertura vegetal y leñosa. La baja precipitación de
esos climas está compensada por freáticas. La descripción de las asociaciones
vegetales muestra que los sauces y álamos son espontáneos en esas áreas.
En la infografía se muestra un
detalle de las características de propagación que hacen referencia a la
tolerancia al frío y a los suelos salinos o pesados, condiciones capaces de
reducir la actividad radicular de las especies poco tolerantes.
El estudio que está siendo
considerado señala también una serie de híbridos ya logrados y destaca que a
menudo los cruces entre especies puras dan descendencias de alto vigor que
combinan las tolerancias de los padres.
Mertens concluye que todas las
especies y ecotipos de álamo citados en el sondeo (ver tabla adjunta) pueden
agruparse en dos clases de desarrollo: por un lado, los árboles esbeltos que
tienen un papel significativo en la producción de madera de calidad, que son
los P. nigra, P. suaveolens, P. simonii y P. davidiana, y, por el otro, árboles
bajos y/o achaparrados que poseen una tolerancia mayor a la aridez y salinidad,
que son P. alba, P. euphratica y P. laurifolia.
Repoblación con álamo
En relación con las metodologías
de plantación, se menciona la posibilidad de mejorar las plantaciones
tradicionales de álamo en la cuenca del río Negro, pero también se hace
referencia a otros sistemas.
El empleo del álamo como cortina
forestal es el uso más difundido en la Patagonia. Sin embargo, no todas las
especies cumplen esa función y a la vez permiten la obtención de madera de
calidad para la elaboración de madera laminada. En efecto, los árboles
deflectores reaccionan a las corrientes por la formación de madera en tensión
que se refleja en el debobinado y secado de chapas por fendas y ondulaciones.
La propuesta por parte de Mertens
es ensayar con algunas especies nuevas que podrían ser utilizadas como cortinas
en complemento al tradicional P. nigra del sur de Argentina: el P. nigra
ecotipo afghanica del Oriente Extremo, el P. simonii y el híbrido P. x
gansuensis (P. nigra thevestina x P. simonii). Este último demuestra en China
su gran potencial en cortinas por su rápido crecimiento y sus buenas aptitudes
de crecimiento en situaciones ventosas.
Especialistas en forestación
coinciden en señalar las ventajas de algún tipo de asociación entre los sectores
privado y público mediante la cual ambas partes asuman un compromiso de corto,
mediano y largo plazo para la investigación y la posterior aplicación de los
resultados obte- nidos.
Por otro lado, se podrían
realizar integraciones entre las provincias a través de sus entes oficiales,
como Corfone y Emforsa, empleando como herramienta legal los fondos fiduciarios
forestales y la ley del Derecho Real de Superficie Forestal.
Estas herramientas legales
permitirían –entre otras cosas– celebrar contratos de arriendo forestal entre
el Estado y un particular que no disponga de recursos propios para poder llevar
adelante una forestación.
Otros sistemas
De acuerdo con el estudio, la
elección de sistemas y de especies se realiza básicamente en función de tres
condicionantes: la hidrología, la climatología y el componente edáfico.
La cuenca del río Negro ocupa
123.575 km² a lo largo de 635 kilómetros (sin tener en cuenta las subcuencas
del Neuquén y el Limay).
Para Mertens, en la misma pueden
diferenciarse claramente tres partes: la zona adyacente al curso de agua o
talweg, la zona de la llanura aluvial, donde el álamo puede tener un desarrollo
óptimo, y la zona de márgenes o vertientes, sometidas a la existencia de la
freática y los episodios de inundaciones y de escorrentía superficial por
lluvia. Esas condiciones edáficas, cuando son salinas, resultan menos propicias
para la producción de madera del álamo, salvo sistemas de riego durante los primeros
años de la instalación.
En el talweg con matorral y
vegetación ripícola, los árboles se presentan en galería o en islas sobre la
deposición de sedimentos. Sufren episodios de caudales extremos debidos a las
crecidas. Su función es la de reducir la velocidad de los episodios, tendiendo
a estabilizar los terrenos existentes. La vegetación ripícola típica conlleva
el sauce. Su enraizamiento le provee de una alta tolerancia a los cambios de
caudal por su reproducción por semillas y por el enraizamiento de ramas
arrancadas durante los episodios de caudales elevados en toda la cuenca. Se
sugiere no modificar esa dinámica en el caso del río Negro.
La zona de la llanura aluvial y
los márgenes tiene un alto potencial para la extensión de los bosques maderables,
permitiendo así la protección de cultivos y urbanizaciones de eventuales
inundaciones.
En el sector de llanura aluvial
los árboles tienden a disminuir la velocidad de la escorrentía superficial, a
contribuir a los fenómenos de infiltración y, por último, a garantizar la
estabilización de las riberas.
Los álamos en esta zona cumplen
tres finalidades: la protección de áreas antropizadas (cultivos o
urbanizaciones), la protección de los suelos y la producción de madera en
condiciones hídricas naturalmente no deficientes. Para esta zona Mertens
aconseja las especies de álamo P. talassica y P. davidiana, destacando sobre el
segundo su buena adecuación en los suelos superficiales o como pionero después
de una degradación de la vegetación. Por otra parte, indica al P. suaveolens
como un excelente candidato para la producción de madera en rollo, siendo las
áreas de lechos de ríos recién formados las más adecuadas para este tipo de
forestación en base a estacas. Para aquellas zonas donde hay riesgos de salinidad
o de alcalinidad, recomienda los siguientes híbridos: P. x tomentosa, P.
suaveolens x P. x berolinensis y P. suaveolens x P. x tomentosa, P. pekinensis,
P. x hopiensis.
En el sector de márgenes o
vertientes, en el que se detecta una capa freática profunda, los aconsejados
son los P. x canescens, P. x tomentosa, P. x hopiensis, P. alba (oriental) y P.
euphratica var pruinosa. Si bien estos dos últimos tienen menor producción de
biomasa presentan una mayor tolerancia a la alcalinidad o salinidad.
Si lo que se busca es un sistema
agroforestal, se sugiere el P. x gansuensis, aunque sería necesaria la
implantación de un sistema de riego. La forestación con esta especie se realiza
mediante el empleo de estaquillas, gracias a su capacidad de enraizamiento.
Por último, en las proximidades
de los embalses las condiciones son similares a las de la llanura aluvial,
razón por la cual servirían las especies señaladas más arriba.
Fuente: Diario Río Negro – Suplemento Rural
Foto: Técnico Regional para Patagonia Andina de la Dirección de Producción Forestal, Ing. Ftal. Julio García.
Foto: Técnico Regional para Patagonia Andina de la Dirección de Producción Forestal, Ing. Ftal. Julio García.