Cambiar el perfil tecnológico e incrementar las forestaciones son claves para el desarrollo del sector. Para ello será crucial la interacción entre los privados y el Estado.
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Pallets armados a partir de madera dimensionada adquirida en la Mesopotamia (eucalipto) y la cordillera (pino) |
En el marco de la actual crisis frutícola, el aumento acelerado de los costos de producción y la disminución, en cantidad y calidad, del stock de madera rolliza de álamos y sauces, la Cámara de Forestadores, Empresarios Madereros y Afines de la Norpatagonia (Cafema) planteó al gobierno provincial una estrategia que contempla todos los horizontes temporales: en el corto plazo apunta al acompañamiento técnico y financiero como forma de superar la crisis coyuntural y en el mediano y el largo plazo se incorpora el objetivo de la reconversión tecnológica. Todo esto enmarcado en un proceso que contemple la implantación masiva de forestaciones aprovechando los estímulos que la Ley Nacional de Promoción de Bosques Cultivados ofrece.
Los comienzos
La industria maderera de los valles irrigados de la Norpatagonia se inició en la fase temprana de desarrollo de la fruticultura como un servicio conexo de la misma. A partir de una gran disponibilidad de madera rolliza de álamo, proveniente de las cortinas implantadas para proteger las plantaciones frutícolas, sumada a los sauces nativos ribereños, se proveía de materia prima a la entonces pujante actividad de cajones cosecheros, jaulas y jaulones, cajones try pack, cajones estándar y, más recientemente, bins y pallets.
A lo largo del tiempo, con una población creciente, en una región sin masas boscosas espontáneas importantes, lejana de los principales centros de producción maderera y con medios de transporte escasos, lentos y caros, su madera encuentra otros destinos comerciales como la construcción (tablas para encofrado, tirantes, machimbre, molduras), la mueblería y la carpintería de obra, que sin embargo nunca toman la relevancia de la provisión de envases y embalajes al complejo frutícola.
Fue en ese marco que atravesó sus momentos más brillantes, con tasas de corte que superaban las 400.000 toneladas al año y aserraderos que utilizaban toda su capacidad instalada durante todo el año, financiados por una pujante y atomizada demanda constituida por empresas regionales, preparando la madera para "la temporada".
En esa época al sector lo conformaban alrededor de 120 aserraderos que daban trabajo a unos 5.000 obreros, entre permanentes y transitorios.
La aparición de la caja de cartón marcó un antes y un después en la industria. La disponibilidad casi inmediata en condiciones económicas y financieras muy favorables, sumada a la merma en la disponibilidad y calidad de madera rolliza, con su consecuente efecto sobre el precio de la misma, determinó la desaparición del cajón try pack, un protagonista de la actividad.
El crecimiento en la producción de pera Williams, exigente en cuanto a la facilidad de penetración de frío en el bulto y a su resistencia mecánica para protegerla de daños por golpes o machucones, incentivó la sustitución de aquel envase por la caja de cartón. La incorporación del cajón bin en reemplazo del cosechero y la generalización del uso del pallet produjeron un cambio importante en los hábitos de la industria, que sin embargo fue reduciendo la cantidad de madera procesada, el número de establecimientos industriales y los puestos de trabajo generados.
A fines de la década del ochenta, el desembarco de empresarios españoles generó un cambio tecnológico relevante e introdujo el tablero multilaminado de álamo como reemplazo de la madera aserrada en la fabricación de cajones estándar de peras, a esa altura protagonistas excluyentes del negocio.
El bin de multilaminado para la exportación de jugos concentrados amplió su mercado y derramó en parte hacia el aserrado, que no pudo consolidarse como alternativa por varios motivos: disponibilidad y prestaciones mecánicas y estéticas, entre otros.
En forma más o menos contemporánea, la modernización del transporte por camiones, su abaratamiento y mayor rapidez y el crecimiento acelerado de la industria forestal de la Mesopotamia argentina, apoyados en la disponibilidad de madera rolliza proveniente de una gran masa de forestaciones, introdujo una nueva competencia: el eucalipto para la fabricación de pallets de exportación, jaulas de mercado interno y luego bins.
También la madera de pino aserrada proveniente de raleos de las plantaciones neuquinas de cordillera, al no tener aplicaciones de mayor valor comercial, ingresó en este mercado principalmente destinada a la confección de tacos de bins y pallets.
Importaciones
La existencia de un permisivo régimen aduanero de admisión temporaria de envases y sus partes permite ingresarlos sin costo impositivo para luego reexportarlos, fomentando así una transferencia de puestos de trabajo al extranjero, particularmente a Chile, mientras que la producción argentina debe cumplir la reglamentación impositiva con la agravante de un régimen laboral nacional mucho más oneroso y rígido.
A contramano de lo que hace el resto de los países, que protegen su mercado interno, se incentiva la importación de productos cuya competitividad se basa fuertemente en costos laborales muy inferiores eximiéndolos del pago de impuestos.
En una reciente entrevista mantenida con el gobernador de Río Negro, representantes del sector privado solicitaron pasar a un régimen de importaciones administradas, es decir que se importe solamente la porción de demanda que la producción local no pueda abastecer. Para ello habría que armar alguna fórmula de acuerdo entre los que consumen envases y embalajes y sus productores.
De cara al futuro
La ausencia de un trabajo mancomunado entre la actividad privada y las provincias no permitió aprovechar lo que sí supieron hacer las provincias de la Mesopotamia: obtener las ventajas de los sucesivos regímenes de promoción a la forestación. Con tasas de forestación anuales bajísimas, la madera rolliza fue cada vez más escasa, menos apta y más distante de los establecimientos industriales y su procesamiento, cada vez más costoso. Así, la industria siguió perdiendo competitividad y participación en el mercado.
La evolución del consumo de madera rolliza copia los ciclos regionales, pasando de más de 400.000 toneladas en las décadas del 70 y el 80 a 200.000 toneladas en la del 90, con el cierre de un gran número de establecimientos.
A partir de la megadevaluación del 2001/2 y su efecto sobre la competitividad, la industria se recuperó levemente y alcanzó un consumo superior a las 250.000 toneladas en los años subsiguientes. Hoy se encuentra en el orden de las 150.000 toneladas.
Esto ha determinado que la relación entre la tasa de crecimiento de las plantaciones en cortina y macizo contra la corta anual cambie dramáticamente en cada etapa.
Hoy el escenario es el de una capacidad de abastecimiento de madera rolliza suficiente en cantidad pero deficiente en calidad, sobre todo si se aspira a cambiar el perfil tecnológico de la industria.
El desafío es, entonces, que los sectores público y privado trabajen de manera conjunta para armonizar el ritmo de cambio tecnológico y de escala en la industria con la implantación de forestaciones que sean capaces de generar el volumen necesario de madera rolliza.
La reciente integración de la Mesa Forestal Regional Patagonia Valles Irrigados, conformada por los gobiernos provinciales y nacional, el sector de generación y transferencia de tecnología (INTA, INTI, universidades, Ciefap, Senasa) y el privado, a través de la cámara sectorial, es una señal alentadora en esa dirección.
La alternativa sería una agonía lenta que conduciría a un achicamiento progresivo del sector y la desaparición de una fuente importante de riqueza y numerosos puestos de trabajo formal.
En línea con esta estrategia combinada entre los privados y el Estado, las autoridades de Cafema, continuadora de la acción gremial empresaria de la Unión Patronal de Aserraderos, con más de 50 años de gestión, fueron recibidas por primera vez en su historia por un gobernador. Su presidente y asesores técnicos mantuvieron una entrevista con el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, para analizar presente y futuro de la industria maderera.
Julio García (*) Norberto Serventi (**)
(*) Técnico regional de la Dirección de Producción Forestal - Magyp
(**) Consultor privado