Desarrollo rural sustentable: La madera se considera neutra desde el punto de vista de las emisiones de dióxido de carbono.
Cada vez son más los países que buscan aumentar la participación de las energías alternativas en su matriz energética, privilegiando las fuentes renovables y limpias. Entre éstas se pueden citar la eólica, la solar y la proveniente de la biomasa.
Una de las materias primas que pueden emplearse para generar biomasa es la madera. De hecho, en algunos países como Finlandia y Suecia alrededor de un cuarto de la electricidad se produce con residuos o subproductos de la industria forestal (aserraderos, papeleras, etcétera). Uno de los problemas con esta fuente de suministro es su dependencia de una concentración de industrias.
Como una fuente alternativa surgen los denominados cultivos forestales o energéticos, que son plantaciones cuyo fin específico es el de proveer biomasa leñosa.
Según el Ing. Agr. Juan Bustamante (profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo), este tipo de cultivos presenta entre otras ventajas el brindar una mayor seguridad al suministro de materia prima y concentrar en un área mucho menor la cantidad de biomasa necesaria para llevar adelante los emprendimientos generadores de energía.
La principal característica de estos cultivos es la obtención de grandes volúmenes de madera en cortos tiempos de rotación. En este sentido, lo que se pretende es lograr una mayor cantidad de brotes por planta de menor diámetro promedio individual pero que en conjunto, y sumado a la alta densidad de plantación, arrojen como resultado una gran cantidad de biomasa por unidad de superficie.
En ediciones anteriores se ha destacado la aptitud de la región para emprendimientos forestales, lo que se fundamenta en la disponibilidad de tierras, agua de buena calidad y el excelente comportamiento y productividad que manifiestan las salicáceas (álamos y sauces).
En virtud de lo anterior, son varios los expertos que afirman que los cultivos leñosos representan una alternativa viable y sustentable desde el punto de vista económico y ambiental, contribuyendo así al desarrollo de la región y a la diversificación de la matriz energética nacional.
En nuestro país tal vez el obstáculo más importante para el desarrollo de estos cultivos a gran escala sea la poca cultura de la reforestación. A esto se suma el hecho de que la Argentina no se caracteriza por diseñar estrategias a largo plazo bajo un marco de seguridad jurídica.
Otro punto clave para el éxito de estas alternativas es la coordinación entre los forestadores y las empresas que adquieran la biomasa para generar electricidad.
Experiencia en Mendoza
En uno de sus trabajos, Bustamante menciona un caso de cultivos energéticos instalado en la provincia cuyana en el 2006. La plantación posee riego con agua proveniente de efluentes domiciliarios tratados. Se utilizaron clones de álamos, sauces y eucaliptos en densidades de 10.000 y 20.000 plantas por hectárea.
Los resultados obtenidos a la fecha, luego de dos ciclos de cosecha bianuales (en el corriente año se realizará el tercer ciclo de corta), son considerados muy satisfactorios ya que en general superan en algunos casos hasta en un 100% los rendimientos citados para otros países como Suecia, Alemania, Estados Unidos y Canadá, donde este tipo de plantaciones es más común.
Si bien el no contar hasta el momento con plantaciones a mayor escala no permite establecer con exactitud costos y rentabilidades, sobre la base de lo reportado en otros países se puede decir que los mayores costos los insumen la plantación y la cosecha (aunque en ambos casos puede ser mecanizada), ya que los gastos de mantenimiento, al no utilizar en general fertilizantes ni agroquímicos para el control de plagas, enfermedades o malezas, son relativamente muy bajos. Como la cosecha puede ser realizada cada dos o tres años y hasta cuatro o cinco cortes sucesivos sin pérdida de productividad, los recuperos de la inversión inicial son en general más rápidos que en las forestaciones tradicionales.